Material de Lectura

Nota introductoria


...la cultura americana se convirtió, para
nosotros, en algo muy serio y precioso; se
convirtió en una especie de gran laboratorio
donde, con otra libertad y otros medios,
se buscaba el mismo ímpetu de crear
un gusto, un estilo, un mundo moderno
que, quizá en menor inmediatez pero con
voluntad igualmente obstinada, perseguían
los mejores de entre nosotros.

Cesare Pavese

 

Mark Twain (1835-1910), cuyo nombre verdadero era Samuel Langhorne Clemens, se suma al tipo de escritor que le descubre al lector un vasto microcosmos, reflejo de nuestro mundo, con todas sus incongruencias e injusticias retratadas a través de una sátira política y ética que revela su sentido interno de misantropía. En su copiosa y heterogénea obra (novelas, cuentos, artículos, diatribas, fábulas, ensayos) prevalece la unión entre lo cotidiano y lo significativo, lo que le imparte peso, gravedad; nada resulta gratuito y todo parece inevitable, precisamente por ser producto de la coincidencia entre lo colectivo y lo particular, es decir, entre las exigencias históricas del momento y la visión del autor. Esto explica también por qué era un apasionado de la biografía, de la autobiografía y de la historia.

Si bien Twain sintió la necesidad de recurrir a las formas narrativas ya practicadas y situadas dentro del ámbito cultural de su país para darles un valor, una textura y un sentido novedosos, al mismo tiempo les impartió esa marcada vitalidad que el uso de su corrosiva ironía hizo posible.

Curiosamente, la mayor parte de sus libros fueron escritos en pequeños episodios: tal el caso de A Tramp Abroad, Life on the Mississippi, Innocents Abroad, entre otros. Este último tiene ya el corte satírico mediante el cual muestra, más que su independencia de la cultura europea, su indiferencia a ella.

La ironía, que se constituye como el centro de toda su obra, tiene la función de objetivizar la subjetividad del autor, creando así un fundamento para la realidad que nace del propio artista, dándole un sentido profundo y crítico que marca lo original de las situaciones, el cuidadoso estilo, la elaborada estructura y el sentido del humor, que hacen de su producción una de las más logradas de la narrativa norteamericana del siglo pasado. Así, su obra se inscribe dentro de las tendencias literarias de fines del siglo XIX, cuando se definieron dos caminos del futuro desarrollo de la literatura norteamericana: el primero, que conducía a una aceptación de la naturaleza y tradiciones propias, a la vez que exploraba el mundo interno del hombre; el segundo, que experimentaba con nuevos métodos narrativos.

En este sentido, contribuyó, tanto o más que Nathaniel Hawthorne, Henry James o Sherwood Anderson, entre otros, al desarrollo de la novela moderna estadounidense, y es probable que su influencia haya sido decisiva en la evolución de la prosa de su país. De ahí que se haya hablado de él como un innovador radical, un reformador que alteró el estilo narrativo del pasado siglo al incorporar la sintaxis, los ritmos, los modismos y el vocabulario de la vida común. La célebre rana saltarina del Condado de Calaveras (1867), título de su notable cuento y primer libro de relatos, muestra su talento para incorporar los dialectos de las diferentes clases sociales y castas con naturalidad, flexibilidad y belleza de lenguaje. Sus innumerables personajes (fletadores, aventureros, negros, indios, cargadores, etcétera) con frecuencia aparecen a bordo de los vapores que viajan por el Mississippi. En los cuentos, como en la mayoría de sus novelas (desde luego en las más leídas, Tom Sawyer, 1876 y Huckleberry Finn, 1884), se combinan algunas de las características más sobresalientes de su obra: la ironía, la fantasía, el realismo y la mitología para retratar la tragedia del hombre con todos sus contrastes, porque lo sugestionaban los acontecimientos reales, la verdadera condición del hombre, la realidad antes que la leyenda. Además de la vida a orilla del Mississippi, su interés se volcó tierra adentro. En ¿Qué es el hombre? (1906), también se percibe esta preocupación, mediante la cual logró profundizar en el tema de la mezquindad humana.

Por todo lo anterior podemos inferir que Mark Twain abrió la brecha a una nueva forma de observar la realidad norteamericana, y como revelador del paisaje e idiosincrasia de su país, se constituyó como un innovador al hacer uso de su fuerza e intuición narrativa, de su sentido universal de la vida y de su observación profusa de los fenómenos concretos que lo rodearon.


Ana Rosa González Matute