Material de Lectura

Prólogo


Es posible afirmar que América fue descubierta en dos ocasiones: la primera vez con la llegada de los conquistadores españoles al principio del siglo XVI, y nuevamente en la segunda mitad del siglo XIX, cuando algunos mexicanos y extranjeros principiaron por interesarse en los grandes valores culturales y sociales de la época prehispánica.

No pretendo dejarme arrastrar por la fantasía, pero juzgo lícito asegurar que el redescubrimiento de las grandes culturas que precedieron a los españoles en América, dio un planteamiento nuevo a la historia en este continente, y sin lugar a duda, también afectó en gran medida a la historia universal.

Egipto, Grecia y Roma, atraían todo el interés en el momento en que México y otros países hispanoamericanos comienzan a mostrar al mundo el desarrollo espectacular que los pobladores de América habían alcanzado en muchos aspectos: grandes ciudades con importantes centros habitacionales zonificados para obreros, artesanos y hasta para extranjeros; ricos palacios y majestuosos templos; caminos bien trazados que propiciaban un considerable comercio y distribución en forma comunitaria; una estructura social bien definida, el calendario y un sistema complejo de escritura, y todo ello en general expresado en su arte, pero particularmente en su arquitectura, que es testimonio del alto nivel cultural que se había alcanzado.

Los descubrimientos arqueológicos arrancan del año 3000 a.C. y aun de antes, en que ya se conoce la cerámica; los grandes centros ceremoniales, como en el caso de los olmecas en el año 2000 a.C. coinciden aproximadamente con la era cristiana, y se levantan enormes ciudades como Teotihuacán, donde se ha podido confirmar que vivían 250,000 personas, y que no era solamente una ciudad teocrática, sino que había importantes talleres de obsidiana y cerámica.

Encontramos también, dentro del territorio mesoamericano, culturas dispersas pero ampliamente relacionadas entre sí: maya, azteca, zapoteca, huasteca, totonaca, mixteca, etcétera, que predominaron en diversas épocas, con intensiva agricultura y sistemas desarrollados de riesgo, viviendo dentro de complejas estructuras sociales, y que únicamente son algunos de los aspectos que despiertan el interés dentro del amplio panorama prehispánico.

La arqueología ha clarificado la mayor parte de los problemas existentes, logrando estructurar una prehistoria más o menos congruente, pero lamentablemente estos conocimientos se encuentran todavía dentro del dominio exclusivo de los especialistas, pero se requiere que sean del dominio del gran público.

Creo que la exposición “México Prehispánico, Virreinal, e Independiente”, que presenta la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de la Coordinación de Extensión Universitaria y bajo la dirección del arquitecto Agustín Pina Dreinhofer, es importante porque pretende hacer accesibles estos conocimientos para el estudiante, el obrero y aquellas personas que sin ser especialistas se interesen, ya sean mexicanos o extranjeros, puesto que con una impeca­ble presentación en láminas analíticas y fotografías de alta calidad, se ha hecho una síntesis accesible y de gran valor didáctico, siguiendo fielmente la cronología.

La claridad con que está presentada la terminología propicia la comprensión y apreciación del patrimonio cultural de México y su análisis formal aun para el extranjero.

Creo que este puede ser el camino para que el pueblo de México vuelva a encontrar su historia, su cultura y su religión, perdidas parcialmente.

Ángel Palerm