Material de Lectura

Aspecto formal

 

Los límites expresivos que el neoclasicismo se propuso frenaron su expresión formal. Totalmente alejados de las libertades barrocas, ceñido estrictamente al uso de los órdenes y los ornamentos clásicos romanos (pues aunque también se sentía heredero del arte griego bien poco le debe, ya que casi nunca lo imitó), no puede haber en el neoclasicismo la variedad ni, sobre todo, la imaginación barrocas. Por esta razón, tanto retablos como fachadas se repiten excesivamente ante nuestros ojos, excepto en los casos en que el genio del autor imagina una disposición novedosa.

En los años inmediatamente anteriores al triunfo del neoclasicismo, empiezan a aparecer algunos de sus elementos aisladamente dentro de las composiciones, que no dejan de ser barrocas. Así sucede en el Bajío, como podemos verlo en la fachada de San Felipe Neri, en Querétaro, la que, siendo barroca, admite una serie de elementos que se apartan del estilo, como el frontón curvo. Dentro, resultan inarmónicos, como si su autor hubiese logrado reunir en un mismo conjunto partes diversas. Más armoniosas, bajo este mismo concepto, resultan las portadas civiles de San Miguel Allende, la de la Casa de Allende y la de los Condes de la Canal (casa particular), todas ellas de un barroquismo que podría decirse de transición, pues sus elementos acusan un neoclasicismo incipiente.

Aunque en la composición de patios y fachadas se sigue un concepto unitario, basado en la creación de grandes ritmos impuestos por los órdenes clásicos, es posible aislar algunos elementos como las portadas, principalmente en las obras religiosas. El cuerpo de basamento de la torre del Carmen, en Celaya, las portadas de Jesús María, en la ciudad de México, presentan diferentes interpretaciones de los elementos constructivos, que se sobreponen a lo estructural de la misma manera que lo hacían en la época barroca, y de Borromini, nada menos; a pesar de ello no repugna a puristas del estilo como lo era Tresguerras.

Las cúpulas también presentan una variedad que las relaciona lo mismo con el barroco que con el neoclasicismo. En la Catedral, con el recubrimiento de la anterior que hizo Tolsá, acusa, a pesar de sus proporciones y la original linternilla, su origen barroco. La de Loreto, en cambio, es de carácter más clásico: también las cúpulas de Tresguerras, la del Carmen o la de San Francisco, en Celaya, pertenecen al concepto barroco, si bien que, en este caso, derivan de modelos franceses y no de la tradición novohispana.