Ni palabra ni garabato Ni silencio ni sílaba Río celofán acaso Sólo visible Por las igniciones Las caudas que levanta
De su semen nace el aire Nace mi antebrazo Vencido por cinco frutos Nace la isla de plumas Sobre el deseo friolento La invocación que nadie oye Y da en el blanco Porque el rezo es su propio fin.