Material de Lectura

 

En esta mano flota el pez

 

Pasa el peje espada,
Al voltear la cabeza se ha matado;
Pasa el pez lámpara
Con todo su fósforo fundido;
El alma pasa, gravemente confundida,
Entre el pez de vidrio
Y la pecera recubierta con escamas.

Pasa la tristeza y cuando pasa
El hombre ciñe su parda corona de congojas
Y ni un solo hueso es perdonado.
He de ceñir esa corona
Asomado a mi boca,
Dudando entre caer y detenerme.

He de ceñirla
Aunque el valle se empiedre de manzanas
Y la herida se sonría
Con el grano de sal que la visita
O se despeñe el plexo solar
Entre las acrobacias de su hambre.

Y yo que juré pasarme la existencia
Elogiando la luz y sus suburbios,
No podría decir ahora,
Aunque lo sé desde hace tiempo,
La calle y el número donde la primavera vive.

Hay que saberlo, hay que mirar de fijo
Al gusano y su acordeón de baba:
Cuando nos invade la tristeza
Ni un solo hueso es perdonado.

De Poesía Reunida