Material de Lectura

Gaspar, el cadete

 

Adoraba su uniforme de gala
con los botones limpios, brillantes.
Todo el primer año le fue duro y hostil,
la iniciación en que los mayores le pegaron
llamándole "potro" y arrebatándole la comida
hasta hacerlo sentir que su niñez había terminado,
que tendría que valerse por sí mismo en adelante
y que ya su familia le sería extraña.
Ya en el segundo se había disciplinado
y había aprendido a "hacer marrulla",
a saltar la reja, de noche,
para ir a la galería del cine cercano
y al mismo tiempo su cuerpo iba endureciéndose
dándole la euforia de una madurez vigorosa
que lo tenía siempre de buen humor
entre los compañeros de su "antigüedad".
El tercer año pasó muy rápidamente
—los años pasan muy rápidamente—
y fue nombrado sargento de su compañía
lo cual le dio el sentido de la autoridad
que ejercitaría ya muy pronto
cuando saliera a filas, el año próximo
y no tuviera ya que ir a formar toda la tarde
el primero de septiembre
mientras el Presidente leía su Informe a las Cámaras
y llovía tanto.
Es injusto que el "pre" no sea mayor
conforme uno crece
porque sus necesidades son más urgentes y grandes
y a veces no tenía nadie cigarrillos.
El curso de táctica, los viejos profesores,
las prácticas en los pueblos cercanos,
el encierro forzoso, relativamente, de toda la semana,
todo esto terminaría muy pronto
con la ceremonia de Entrega de Espadas,
la adscripción a batallones y regimientos,
el sueldo y el vistoso uniforme de gabardina, con una
barra.

De Poemas proletarios
(1934)