Material de Lectura

La señora de Merrit

Silenciosa ante el jurado,
sin contestar al juez cuando me preguntó
si tenía algo que objetar a la sentencia,
sólo pude negar con la cabeza.
¿Qué podía decirle a la gente
si pensaba que una mujer de treinta y cinco años
tenía la culpa
cuando su amante de diecinueve
asesinó a su esposo?
Y aunque ella le hubiera dicho, insistentemente,
"Vete, Elmer, vete lejos de aquí,
te trastorné la mente con el don de mi cuerpo:
harás algo terrible".
Y tal como lo temía, mató a mi esposo;
con eso no tenía nada que ver, ¡ante Dios!
¡Silenciosa por treinta años en la cárcel!
Y la férrea reja de Joliet
se abrió para los grises y mudos carceleros
que me sacaron en un ataúd.