Material de Lectura

Nocturno por un silfo

 

¿Qué extraño aire viene a henchir de signos a esta tu soledad que hiere como un remordimiento incurable? ¿En qué momento la rosa desnuda el sentido del incendio, abandonándote, a la buena de Dios, en esta boca de lobos que no dice la palabra que te invento?

Dime, hermano invisible, el nombre del camino en que extravías tu rastro.

Dime cuál es el cuerpo de mi sombra, la fidelidad antigua que te ciñe en todos los rincones de esta noche —huérfana rama de pájaros—; el asedio sin fin a la orilla de esta luz que no se toca con el pensamiento y aventura la huella de tu nomadía.

Dime la espiga que se guarda el agobiante cuidado senil de la madre que invierte ensueños y ternuras en el unigénito atardecido entre sus manos.

Dime el santo y seña con que aprehenda la estatura nocturna de tus besos, la deslumbrante geografía que he visto en el floreal mapamundi del sueño.

Seré el color que abra la puerta de tu laberinto en primavera, la nota que enhebraba el suceso de los juegos más tiernos y remotos.

Seré el calendario que vaya nominando, escaño a escaño y sin tregua, la escala inexplorada de tu sangre.

Oigo tu paso perdido entre la noche.

Mi voz no tiene más patria que tu oído.

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