Material de Lectura

Espacio, respiración, imagen*


Existe una función creadora en el hombre, trascendental-orgánica, como existe en el organismo la función que crea la sangre. La poiética y la hematopoiética tienen idéntica finalidad. Instante en que lo inorgánico se transforma en respirante, es decir, en que aparece el espacio asimilado, pues la respiración es el espacio asimilado que se devuelve. En una superficie de metal, ágata o piedra, el aire es refractado, devuelto; el vegetal lo incorpora, pero sin posibilidad de diálogo. El hombre solamente asimila el espacio y lo devuelve con logros, con un sentido, es el verbo. El verbo era Dios y Dios era el verbo, los dos espacios, el exterior y el interior, el visible y el invisible se comunican, o mejor, están ya en la unidad. La frase de Héraclito, en el sueño el alma tiene ojos de lince, y la de Bloy, la mejor música es la respiración de los santos, coinciden por igual la vigilia y el sueño, la agudeza y lo vegetativo, el oleaje y el mirador. En el sueño, tal como aparece en las teogonías, el alma unida al aliento se refugia en las cejas, el O H M, por eso los antiguos afirmaban que si en el sueño golpeáramos esa región con un martillo de plata, el hombre muere.
    De tal manera que el verbo aparece como la imagen de lo estelar. Voz, verbo e imagen, trilogía que sólo acompaña al hombre. En la respiración del hombre se conjuga por instantes en el verbo, la voz, la imagen con lo telúrico de las entrañas. El espacio más secreto del hombre se transfigura con la llegada de lo estelar.

 

Fragmento de la ponencia “Sobre poesía”,
presentada en el Congreso de la Habana