Material de Lectura

 

Nota introductoria

El poeta debería usar zapatos
bien cómodos y estar en contacto
con muchos niños

Kenneth Patchen

"Kenneth Patchen es el nombre de un mundo tan especial, completo y misterioso como el de Paul Klee, o el de Rimbaud." Con esta provocadora afirmación que aparece en la contraportada de Poems of Humor editada por City Lights en 1971, se puede intentar un cambio de luces para llamar la atención hacia la poesía de este escritor. Incorruptible, solitario, alejado de modas y opiniones en boga o razones de mercado, Patchen es uno de los poetas norteamericanos más ricos en cuanto a la variedad y el valor nutritivo de su obra, tan relevante y fresca hoy en día como lo fuera hace treinta, cuarenta o cincuenta años.

Kenneth Patchen nació en Niles, Ohio, el 13 de diciembre de 1911, hijo de un trabajador de la industria acerera. Estudió en el Colegio Experimental de la Universidad de Wisconsin, y vivió después muchos años, junto con su esposa, en la costa occidental de Estados Unidos. Agustí Bartra en su Antología de la poesía norteamericana publicada por la UNAM dice que los primeros poemas de Patchen "son revolucionarios en espíritu y técnica". Más adelante agrega:

El tono es áspero, desesperado y furioso, y en su lenguaje trata de fusionar el elemento coloquial con el literario. Su poesía fantasmagórica y violenta, con notas de ternura y compasión, da fe de aquella generación "nacida en una guerra y destinada, según todas las apariencias, a morir en otra".

La extraordinaria creatividad puesta en juego por Patchen a lo largo de toda su vida, no se vio mermada por un hecho terrible que habría de marcarlo indeleblemente: una lesión en la columna vertebral que lo mantuvo inmovilizado durante muchos años en una silla de ruedas. En su vasta obra nunca se hace mención directa de lo anterior, si bien es posible y aún probable, inferirlo de todos sus escritos. Como dice Hayden Carruth en su antología The Voice That Is Great Within Us: "Para Kenneth Patchen la vida siempre fue otra cosa". Posiblemente sea ésta una de las razones por las cuales Patchen siempre vio en el paraíso perdido de la infancia un punto de apoyo indispensable y un bálsamo de piadosa asistencia frente a la zozobra contemporánea. Sus poemas, de tono desenfadado y frecuentemente surrealista, oscilan entre los polos del humor y la franca protesta, la búsqueda visionaria y la alabanza de Eros.

El carácter general de la poesía de Kenneth Patchen quedó constituido en sus trazos fundamentales en los años treinta, siendo uno de los principales transmisores, en su obra y en su persona, del papel profético del poeta. Se le identificó primero como un "poeta proletario", un antihéroe de la clase obrera. Después fue puliendo su visión personal hasta llegar a una concepción del amor como acto de solidaridad indiscriminada en el contexto de una terrible soledad y de la amenazadora política de las superpotencias. No hay más que leer el bellísimo poema titulado "La zorra", para comprobar que esto es verdad. Tanto la voz profundamente convencida que cantó, como los temas que así fueron cantados en la posguerra, a fines de los años cuarenta, resurgieron con enorme fuerza para tener peso y resonancia en el ambiente cultural de los años sesenta, en particular en Estados Unidos y más específicamente en California, donde los movimientos contestatarios y de protesta contra la guerra de Viet-Nam dieron nuevo auge a su poesía.

La lesión espinal que lo aquejó durante tantos años no le impidió participar activamente en el llamado "Renacimiento de San Francisco", haciendo lecturas acompañado por el Chamber Jazz Sextet y algunos otros grupos y músicos de la bahía. Al mismo tiempo siguió experimentando con nuevas visiones y formas: narraciones surrealistas y paisajes oníricos, libros ilustrados (frecuentemente ejemplares únicos) y novelas-poemas de tono apocalíptico que —como dice Jerome Rothenberg en Revolution of the Word— "exploraban el mundo del poeta visionario, dentro y fuera de los poemas". Kenneth Patchen publicó en vida alrededor de 25 libros de poemas, varias novelas y obras de teatro, y más de mil libros pintados a mano, decorados y empastados por él mismo. Sin embargo, es moneda en curso considerar que para mediados de los años cuarenta, Patchen había publicado ya sus libros más significativos.

Hace varios años, el crítico y novelista inglés Alex Comfort dijo que la obra de Patchen produce un efecto tan inmediato y avasallador que vuelve casi imposible la tarea de analizarla y evaluarla. Amén de hacer notar que esta observación podría ser válida para cualquier obra de arte (y, dado el caso, para cualquier experiencia) siempre y cuando la atención fuera lo suficientemente penetrante como para dejarse traspasar de lleno por lo observado, sí hay que señalar que el rango extraordinario que abarca la poderosa imaginación de Patchen es, por decir lo menos, sorprendente. El universo de sus libros pintados a mano es regocijante y renovador, y si bien no todas las alianzas de imágenes que produjo se pueden considerar grandes triunfos, es un hecho que consiguió cristalizar algunos encuentros magistrales, hallazgos poéticos del ojo y el oído a la vez.

La larga y productiva vida de Patchen (comenzó a publicar en los años treinta y murió en 1972) le permitió estar cerca de muchos poetas y movimientos que han resultado ser claves para la poesía de Estados Unidos en el siglo XX. Kenneth Patchen se nutrió de todos ellos, ejerciendo al mismo tiempo una notable influencia en muchos poetas jóvenes cuyas obras maduraron después de la segunda guerra mundial. Si bien cronológicamente Patchen pertenece a la generación de Charles Olson, George Oppen, Theodore Roethke, Elizabeth Bishop, Louis Zukofsky y Kenneth Rexroth (todos ellos nacidos entre 1905 y 1911), su asociación con las escuelas objetivistas y sus métodos característicos, las composiciones por campo y el verso proyectivo, no deja de ser más bien fortuita o, en el mejor de los casos, paralela. Lo mismo se podría decir de su colindancia con el movimiento surrealista de Estados Unidos, y más tarde con el movimiento beat de los años cincuenta. Si alguna figura especular se puede invocar en relación a la vida y obra intensamente personales de Kenneth Patchen es la de ese otro gran solitario que fue Robinson Jeffers (1887-1962).

Poeta que, en un rapto de entusiasmo, ha sido considerado "la fuerza más imponente en la poesía norteamericana desde Whitman", tal como puede leerse en la presentación de sus Selected Poems en New Directions, Kenneth Patchen se yergue entre los poetas de su tiempo con una voz original, directa y apasionada. Escribió sobre lo que a tantos concierne: las injusticias sociales, la necesidad del amor y el humor en este mundo, la presencia de Dios en todas las criaturas, la locura de la guerra y el esplendor de la belleza.

La mayor parte de los poemas que aquí se publican pertenecen a la obra de Patchen escrita en los años cuarenta, década que vio aparecer en Estados Unidos los Cantos de Pisa de Ezra Pound, Paterson de W.C. Williams, el famoso ensayo sobre el verso proyectivo de Olson, así como The Love and the Hate (1944) y The Inhumanist (1947), sendos libros que conforman The Double Ax, la obra fundamental de Jeffers. Before the Brave (1936) y First Will & Testament (1939), habiendo sido escritos por Patchen a finales de la década de los treinta, se emparentan directamente con The Dark Kingdom (1942), The Teeth of the Lion (1942) y Cloth of the Tempest (1943); estos cinco libros conforman lo que podría considerarse el núcleo central de la obra poética de Patchen. Los poemas ilustrados provienen del libro Hurrah for Anything (1957), y la nota que cierra este prólogo, al mismo tiempo que abre la sección de traducciones, ha sido tomada de un texto que Patchen escribió acerca del libro The Hunted City, 1939-1967. La nota puede servir al lector para tener una idea de lo que sería la poética de su autor.



Alberto Blanco