Material de Lectura

Se te olvida


Se te olvida
que fuimos tristes.
Se te olvidan
las altas copas
de cipreses en la calle
de Tourville,
las comidas frías
en los cuartos de hotel
y la interjección del silencio
a mitad de los sueños.

Se te olvida
que mucho antes también quisimos
ser felices,
llenar de risa
habitaciones alquiladas con penuria
y caricias, frente a chimeneas prestadas,
de un placer tercamente inacabado.

Se te olvida
que el óxido se encargó,
a pesar de tanta resistencia,
del ruido del propósito.
El puño amenazante y el grito,
entremezclados,
mordieron el fino encaje de los cuerpos,
su calor y su armonía.

Se te olvida
que una vez,
muchas mañanas,
nos dijimos adiós,
hasta luego,
es una lástima,
piensa en mí, etcétera,
sin rencor, pero también sin prisas compartidas.

Hubo cárceles para ambos
y siempre la esperanza
—el error—
y otra vez, pesadillas abismales.
Y entretanto, se te olvida
que siguieron pasando los años.
Y eso sí, 
               qué lástima.