Aguas que van hacia la vida, crisálidas de roca la tentación y la promesa ¿quién las resiste? En el telar de aquellas aguas a contraluz resplandecían las horas como espadas bruñidas por la sangre. ¿Tiene el pedrusco el corazón del fuego que guarda el pedernal? ¿El respiro del clavo en la madera no suscita la imagen del martillo? Qué extraño fruto somos. El miedo es la mitad de la muerte. Contra la felicidad de los amos, contra el linaje de la usura, los que espiamos dentro de nosotros cercenando nuestro nombre, hemos aprendido a ver la imagen de nuestro semejante.
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