Material de Lectura

Muertos y disfraces (1974)


Declaración de inicio
Llegada a Roma
Principia
Contradictio (1)
Contradictio (2)
Contradictio (3)
Mi odio
Hay un lugar frente al Sena
Wiedersehen


Declaración de inicio

 

Cada uno de mis poemas pretendió
ser un instrumento útil de trabajo
(Estocolmo, 1971)
Pablo Neruda



Las páginas no sirven.
La poesía
sino la forma de una página, la emoción,
una meditación ya tan gastada.
Pero, en concreto, señores, nada cambia.
En concreto, cristianos,
no cambia una cruz a nuevos montes,
no arranca, alemanes,
la vergüenza de un tiempo y de su crisis,
no le quita, marxistas,
el pan de la boca al millonario.
La poesía no hace nada.
Y yo escribo estas páginas sabiéndolo.

Llegada a Roma

 

A Isabel Campos



Uno, en ciertos sitios, deferente,
cree —en la lluvia de elogios y palmadas—
ser un hombre a la altura de su siglo.
En fin, a qué decirlo, cree ser alguien.
En otros sitios, en cambio, desolado,
su nombre es igual a un perro enfermo,
a la hojarasca dormida del otoño.
En fin, es nadie.

Quien lo haya vivido lo recuerde.

Principia

 

Los otros precisan palabras,
sonrisas llenas de vino,
halagos que terminan por creerse.
Pero yo trabajo mi vida, mis palabras,
para el arrepentimiento de los otros.

Contradictio (1)

 


El ajedrez de la muerte
se quedó en una pieza

Arrojo los naipes, trémulo, incendiado
y no dicen mi suerte

Y tuve una bestia de orgullo
que arrastró mi bestia

Moribunda,
una mujer pasea triste, descalza en la calle

Y es tarde para ser otro hombre

Salgo de mi casa, pontífice, ajeno,
con el crucifijo —una mujer—
colgado en mi tristeza

Si regreso, Señor,
quiero ser otro pero no Campos

¿Para qué vivir agarrado como loco al reloj?

Ya la gula de vivir se detuvo en mi garganta
Y mísera mi perra más odiada fue la angustia

Pero, Señor, yo converso en voz alta,
en voz baja converso, sí,
cosa distinta es que no oigas

Antes, en otro océano,
arrepentí, modifiqué el pasado

Y tus ojos caminaron tristes, inmensos,
en las páginas de mis libros

Mañana partiré, me iré del todo
Aunque hoy puedo decir:
tengo amigos, no amo a mujer alguna,
el tétano del sol duerme en la ciudad de México


Contradictio (2)

 

En realidad, muy poco es lo que sé yo de mí mismo
Por ejemplo: tengo horror de ser canonizado

Vendí mi dignidad,
el acto que define, la frase que define,
no para vivir, para sobrevivir, señores

Y mi vida de cadáver la viví
con medio corazón en una ermita
y medio corazón en la ciudad

Fui dios y perro,
mendigo mirando el infinito

Y escribí meditando, meditándome,
el célebre Evangelio según Campos
y todos creyeron que era burla

Sin duda mi tiempo fue otro tiempo:
un tiempo de ajedrez con frases griegas

No fue el tiempo de un Cristo indesgarrable
nacido a la mitad del país y del siglo más idiotas

No fue el tiempo del mar ni de las vírgenes:
fue tan sólo un espejo inolvidable

Miro al fondo el Coliseo lleno de luces, destruido

El Palatino, destruido

La luna cae sobre esta Roma muerta

Mil y un mujeres,
poetas muertos y comprados,
el Papa con diez ratas en la boca,
la rata deforme del rey ebrio
empiezan a luchar contra las bestias

Contradictio (3)
 

El Arno se adelgaza entre mis dedos
y dice, al recordarse,
baladas del Duecento:

Fresca rosa novella,
piacente primavera,
per prata e per rivera
gaiamente cantando
vostro fin presio mando – a la verdura

Lentamente
épocas y épocas
pasan por
mi vista

Me he mirado
en este Arno
charlando con poetas, siglo XIII,
en América peleando por el oro,
en el África
esclavo de una mina

Me he visto en Delfos,
en fabla, visionario,
venado acostumbrado a ver tortugas,
mirando el humo,
el siglo en que me muero

Oh, estoy lejos, muy lejos de mi patria y mis amigos. Sí, la vida no fue el mar de los mares que esperaba. Digamos, en efecto: no espero regresar a Florencia en mucho tiempo. No espero regresar

Estoy, ahora, mirando en esta orilla,
paisajes de otra época
soñados en mis ojos.

Mi odio

 


Odio a los que para acomodarse la corbata
se tardan un diciembre;
a los que después de haber escrito
versos de perro dolido
mendigan la alabanza ajena.
Odio a los que desprecian
la mujer que los acosa
por un sueño que nunca alcanzarán,
y a los que con teología
—pulcramente inexacta—
se sirven de los imbéciles.
Día a día, Marco Antonio Campos,
vigilé tus actos.


Hay un lugar frente al Sena

 


Hay un lugar frente al Sena adonde bajan a veces mis pensamientos al río. Allí, cerca del puente que lleva al Palais de Chaillot, hay noches en que pienso, me digo, reconcilio, me pienso y me duelen las palomas. De nuevo —una vez, otra, otra— he advertido el horror de la estancia y del regreso. No tengo sitio alguno. No: yo nací para pensar, pero no para pensar demasiado. Nací para crear castillos y creer que eran castillos. Vivir apenas con mis libros, mis amigos, una mujer que ya la oigo. Como no fui otro, suelo habituarme a lo que soy, a cómo vivo.
No es importante, es cierto. Tener pasado y futuro no es demasiado importante. Uno puede llevar, si me permiten, una mujer inolvidable, un verso inolvidable, el Cristo llorando de Antonelli, el Cristo que llora entre mis manos. No es importante, digo.
No entiendo —no me explico— por qué debo estar en verde y grises pensando en gastar la última plata, y después la vuelta, el terror, ¿a quién le explico? De pronto, de pronto me parece, casi objeto que no fui derrotado por la vida sino por mí mismo. Yo podría a mi modo inventar el mundo, conquistarlo; yo podría. No lo haré, aunque me importa. Soy éste, el que llora sangrado por su ángel, el que mira en el río su río de escombros. Hubiéramos dado otro cuerpo, otra máscara, otra manera de ver y descubrir el mundo, entonces, entonces madre, amigos, mis hermanos, la felicidad y acaso Dios serían conmigo.

Wiedersehen

 

En mi tiempo la palabra envejece y el sueño también. La sabiduría está crucificada. Un profeta camina en las calles y nadie lo escucha. Pero nada, absolutamente nada es nuevo, ni el mar, ni la historia, ni el pan pudriéndose en el sol de los días. Todos tienen su destino, pero en mí exageró la torpeza, la brutalidad y el ojo cobarde para mirar mi muerte.