Material de Lectura

 

N.Y.



¡Mi ciudad, mi amada, blanca mía! ¡Ah, esbelta!,
¡escucha! Escúchame, y con mi aliento te infundiré un alma.
Delicadamente sobre la música de la flauta, ¡atiéndeme!

Ahora sé con certeza que estoy loco,
porque aquí un millón de personas enfurece por el tránsito;
ésta no es una doncella.
Y no podría yo tocar, aunque la tuviera, una flauta
.

Mi ciudad, mi amada,
eres una doncella sin pechos,
esbelta como una flauta de plata.
¡Escúchame, atiéndeme!
Y con mi aliento, te infundiré un alma,
y vivirás para siempre.