Material de Lectura

Unas cuantas palabras acerca de mí mismo
 

Me gusta ver morir a los niños.
¿Usted notaría la cresta de la risa, la ola brumosa
tras la trompa de la tristeza?
Yyo—
en las calles de lectura—
tan a menudo he hojeado tomos de ataúdes.
La media noche
con húmedos dedos me tienta
a mí
y a la apisonada cerca,
y con las gotas del aguacero sobre las calvas cúpulas
galopa enloquecida la catedral.
Veo a Cristo huir del icono
mostrando al viento sus heridas
besadas llorando por el barro.
Grito al letrero de "Prohibido",
hundiré el puñal de palabras poseídas
en las henchidas carnes del cielo:
"¡Sol!
¡Padre mío!
¡Sé al menos compasivo y no me atormentes!
Es en ti que mi sangre derramada fluye en costosos hilos.
¡Es mi alma la que está,
cual jirones de nube desgarrada
en el cielo calcinado,
en la oxidada cruz del campanario!
¡Tiempo!
¡Al menos tú, lisiado peregrino,
pinta mi rostro
para la deforme capilla de los siglos!
¡Estoy solo, como el último ojo
de un hombre que va hacia los ciegos!"