Material de Lectura

Un resguardo


Pasé entre muchas paredes horrendas,
por portales donde las mujeres miraban
con sus ojos profundos y hambrientos,
entre sombras fantasmas de manos famélicas.
Al salir de esas paredes horrendas, de
pronto, yo estaba en las afueras de la ciudad:
en la quebrada azul de un lago
con grandes olas que se rompían bajo el sol.
La ribera curvada me roció con el agua.
Se formó una tormenta de gaviotas flotantes:
multitudes de magnas alas grises
y blancos pechos en vuelo, girando
con toda la libertad en el espacio abierto.