Material de Lectura

Guadalupe Amor



Selección y nota introductoria de Roberto Fernández Sepúlveda



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Nota introductoria

 

Creo que lo más importante de mí es lo que no he dicho,
como pienso que es más importante el vacío que el volumen.


I

La poeta Guadalupe (Pita) Amor empezó algo tarde. A la nada tierna edad de veintisiete años, tomó su lápiz de cejas y, en una servilleta de papel, artículo impensable en su casa materna, empezó a escribir lo que de ella sentía, Yo soy mi casa. A este libro siguieron Puerta obstinada, Círculo de angustia y Polvo, que fueron justamente recibidos como sucesos literarios y sociales. Pita lo pone claro en pocas palabras, "Se unía, por aquellos tiempos, mi belleza a mi genio".

De allí, por la vía corta, tomó el mundo por asalto. Centro y Sudamérica, España y el resto de Europa, celebraron su obra y su presencia. Las principales editoriales de lengua española la publicaron. "A mí me enajenaba saberme difundida por el mundo."

Lo mejor estaba por llegar. Llegaría junto con Décimas a Dios, el más festejado de sus libros y quizá el más íntimo, incluso más que Yo soy mi casa. Al poco tiempo su personalidad llenaba los espacios del radio y la televisión. "Frente a éxitos tan alarmantes a mí me preocupaba más mi belleza y mis turbulentos conflictos amorosos."

El presente no le es tan diferente, "el único mal que padezco es el de ansiar escribir y escribir". Aunque si antes acaparaba la atención de México "en estridente do mayor. Ahora la acaparo en do menor".

Dos puntos de vista sobre ella misma: "En mi mente no cabe el caos... pero los estremecimientos de mi sangre son opuestos a la lucidez de mi entendimiento." Ésa es la clave de su obra. "Creo en todo... Soy bonita o joven cuando quiero... Y soy vieja o joven cuando debo." Es la clave de su vida.


II

Guadalupe Amor siempre ha sido "más autónoma que la Universidad". Bajo ese principio rector ha normado una existencia y un arte que en vuelo solitario, como corresponde a un ave de presa, han sabido traspasar las generaciones literarias, los estilos y las épocas, para hincarle el diente hasta lo más hondo a la literatura y a la vida.

Pita empezó a escribir ya ceñida con la corona de laurel de las letras, que por cierto considera "simple gorro de papel", y desde entonces maneja a placer la métrica y estructura clásicas: la décima, la lira y sobre todo el soneto, que han sido el vehículo de una poetisa que se ejercita en temas y descripciones que sólo pueden pertenecer a tamaña originalidad personal. De la A a la Z no hay cerro que se le empine ni cuaco que se le atore.

Aun cuando durante largos años fue ella la eterna piedra de toque contra la cual se medía al resto de las poetisas, a últimas fechas su obra ha permanecido ausente de las más nombradas antologías y casas editoras. Para cubrir esa inexplicable deficiencia presentamos esta breve selección, que cubre la producción reciente de nuestra antologada.

Entre los temas tratados en ésta, su obra última, nos encontramos sus vivencias amorosas con el Blue Boy y el recuerdo de su espectacular número de danza en una incierta ceremonia hace bastante más de medio siglo, acto que fijó el inicio de su vida en el arte. Estos hechos que marcaron su vida se aparejan por primera vez con un quién es quién de las artes o de las letras mexicanas y universales que, desfilando en su homenaje, le recetan a Guadalupe Amor los más hiperbólicos superlativos. Aquí, y sólo aquí, los escritores y recuerdos redivivos alternan con la hechicería y superchería más elaboradas, con la Santísima Trinidad y demás deidades en abierto cuestionamiento, y con todos los sentidos de Pita (que son siete, porque hay que sumar a los tradicionales "el de la inteligencia y el de la poesía") en abierto éxtasis ante lo bello o lo inteligente. El único común denominador lo da su más verdadero amor, la poesía, practicada como le cuadra: en la altísima escala de la nota do mayor sostenido.

¡Ah!, last but not least, Guadalupe Amor es dueña de la tinta americana.


Roberto Fernández Sepúlveda

 

 


 

 

Dedicatoria

 
Al dueño del desierto americano,
del llano desolado y devastado,
a Rulfo, que del llano enamorado,
arrasó el Continente Americano

A Arreola, el florentino mexicano
que a Salaino su gorra le ha bordado
con alamares de festón plateado
que dibujó con tinta de su mano

A la grave y contrita Emma Godoy
que practica la misa ayer y hoy
A Guadalupe Dueñas, la infernal

y a su pluma celeste y terrenal
A Guadalupe Amor, la mexicana
que es dueña de la tinta americana.

 


 

 

El fauno

 
El fauno estremecido
en la moldura de la piedra gris
está como dormido
Con sonrisa de gis
delira delirante en un desliz

 


 

 

El arcángel

 
Montado en una cornisa
de una puerta cubierta de damasco
de seda movediza,
impedía un chubasco
el arcángel, volado de un peñasco

 


 

 

El buda

 
El buda enigmático
que sonríe sin fin, plácidamente
Hierático y estático;
con un halo en la frente
me mira por la noche oblicuamente

 


 

 

Cansada…

 
Cansada de esperarte
con mis brazos vacíos de caricias,
con ansias de estrecharte
pensaba en las delicias
de esas noches, pasadas y ficticias

 


 

 

Me acerqué…

 
Me acerqué hasta tu puerta
temerosa intenté tocar la aldaba
Fue una tarde desierta
En el muro dejaba
esplendores la flor de la guayaba

 


 

 

Cuando tú me detractas…

 
Cuando tú me detractas
me sumerges al fin de los abismos
¡No se levantan actas!
Internos cataclismos
anulan mis celestes espejismos

 


 

 

El sapo embrujado

 
El sapo embrujado
y el caimán del castillo de metal;
el mago colorado
el gallo de cristal
y la bruja del manto celestial

 


 

 

El cisne encantado

 
Aquel cisne encantado
y el pelícano negro tenebroso;
el gallo degollado
y la sangre en el pozo
y el mago del sorbete misterioso

 


 

 

El alquimista azul

 
El alquimista azul
con cucurucho de astros constelado;
el encantado Abdul,
un chupamirto ajado
y un ruiseñor de color morado

 


 

 

De ébano los luceros

 
De ébano los luceros
los espejos, de vidrio cristalinos
Mi colección de ceros
mis anhelos divinos
mis pensamientos, solos y asesinos

 


 

 

La raza tolteca

 
Y la raza tolteca
y el papagayo de color volado
El cáliz de la Meca
el gallo ensangretado
y el álbum de recuerdos olvidado

 


 

 

Los cambios

 
En un espejo miro
un jarrón y una blanca crisantema
La luz cambia de giro
y la flor de sistema
Y en esta lira, cambio yo de tema

 


 

 

El ruiseñor

 
Pájaro cantor
de setecientos veintidós colores
el frágil ruiseñor,
mayoral de tenores
es ave de los trinos trinadores

 


 

 

El pájaro de oro matemático

 
La rosa de castilla
el ajenjo, el arsénico y el viático;
la Torre de Sevilla
mi espejo enigmático
y el pájaro de oro matemático

 


 

 

El cuervo

 
De azabache enlutado,
el cuervo con sus alas tan sombrías
va al cielo del pasado
y vuela lejanías
volando por nocturnas galerías

 


 

 

El ave arco iris

 
De mi ojo izquierdo el iris
ve volar un pájaro en fulgores:
El ave arcoiris
de los siete colores
del coro cartujano de cantores.

 


 

 

¡El manequí, el manequí!

 
El manequí no se mueve,
está en la sombra sombrío
escala el escalofrío;
tiene el semblante de nieve
a las siete y a las nueve
El manequí se movió,
el manequí caminó
hasta el biombo misterioso
del espacio milagroso:
hasta el cero del reloj

 


 

 

Rusia

 
A la Rusia bizantina
y al Zar de todas las Rusias
y de todas las angustias
A la zarina divina
y a esa cámara asesina
A Rasputín el morado
Al Kremlin envenenado
A la duquesa Anastasia
A la Siberia en desgracia
y a Lenin, puro y sagrado

 


 

 

A mí me ha dado…

 

A mí me ha dado en escribir sonetos
como a otros les da en hacer sonatas
lo mismo que si fueran corcholatas
etiquetas, botones o boletos

A mí me ha dado en descubrir secretos
A mí me ha dado por volar veletas
A mí me ha dado en recortar siluetas
y en medir bien la luz de los abetos

A mí me ha dado en alumbrar la rosa
y medir el listón de la violeta
la rosa que se vuela en mariposa

la rosa desmayada tan secreta
la rosa de la flor maravillosa,
y en quebrar el fulgor de la ruleta

 


 

 

Yo fui novia…

 
Yo fui novia del Blue Boy
de un árabe del desierto
de un músico de concierto
y en el infierno ahora estoy

Yo me voy en un convoy
a recorrer el Mar Muerto,
el mar obscuro y abierto y
por sus ondas me voy

Voy a pescar peces rojos
y a encerrarlos con cerrojos
en un frasco de cristal

Ya es mi locura total
estoy por ti encarcelada
en la cárcel de la nada

 


 

 

La aritmética…

 
La aritmética alarmante
la matemática fría
la distante geografía
el álgebra desquiciante

la alquimia desconcertante
la glacial filosofía
la celeste astronomía
la teología enajenante

el ajedrez silencioso
el dominó misterioso
el deporte de la lumbre,

que es de los juegos la cumbre,
nunca podrán igualar
al deporte de pensar

 


 

 

Mi testamento

 
En estas líneas que con tinta escribo
te lego Juan de Dios mi testamento,
quede de testimonio documento
la palabra transcrita que transcribo

En estas letras dadas al olvido
infinitas, igual que el firmamento,
dejo mi signo, mi señal, mi acento
y te digo don Juan lo que he vivido

Y te digo don Juan cómo yo he muerto
Lego mis asombrosos abalorios
a la sombra del ávido desierto
y a la misa final de mis velorios
Y mi sangre la dejo al llano abierto
y mi gloria a los cielos transitorios

 


 

 

Voy a narrarte

 
Voy a narrarte Juan de Dios amado
lo que acontece por mi cuerpo obscuro
y por mi corazón tan inseguro,
igual que un llano abierto y desolado

Voy a contarte Juan lo que he pecado
lo que he pecado viendo contra el muro
De mi pecado criminal y duro,
voy a hablarte don Juan enamorado

Voy a contarte cómo yo en la sombra
apuñalé mi rostro en el espejo
y huí al laberinto del olvido

donde nada perturba ya ni asombra,
donde la luz no deja ni un reflejo
y la sábana blanca no hace ruido

 


 

 

Me doctoré…

 
Me doctoré en masoquismos
también en jurisprudencia
me doctoré en la alta ciencia
de fabricar silogismos

y de inventar espejismos
Me doctoré en la vehemencia
de saber que la conciencia
sólo acelera los ismos

Me doctoré en teología
también en melancolía
Me doctoré en letras muertas

también en ciencias inciertas
Me doctoré en el amor
lo practiqué en Do Mayor

 


 

 

Como los rieles del tren

 
Como los rieles del tren,
unidos y separados
pero siempre sentenciados
a llegar tarde al andén

Como el constante vaivén
del tren por los encrespados
cerros grises levantados,
mi amor y el tuyo también

corren paralelamente
corren fugitivamente
corren juntos, divididos

separados, pero unidos
corren hasta el mar quebrado
mar sin olas, desolado

 


 

 

Tres Sonetos de Amores Prohibidos

 
I.

En mi lecho anestesiado
tuve un sueño de cometa
de barcos, velas, veletas,
tuve un sueño de pecado

Un sueño como blindado
de treinta puertas secretas
y de misteriosas grietas,
un sueño casi sellado

Soñé que estabas conmigo
tú eras mi solo testigo
Soñé que me penetrabas,

que con lascivia me amabas
y tu cuerpo junto al mío
formaban sólo el vacío.


II.

Yo te amaba hasta el delirio
mas allá de lo que miro,
sabes que por ti deliro
por ti, mi tez es de cirio

mis venas son de martirio
Pero yo ya me retiro,
pongo en mi florero un lirio
erguido, blanco, morado,

en su belleza sellado
y sigo pensando en ti
infernal mi frenesí

Ante tu cuerpo
yo me quedo absorta,
me juego en ti la yugular, la aorta


III.

Por la calle tú has visto los traseros
de las mujeres, que el sudor transpira
y con sus culos abultados giran
a la iglesia los miércoles primeros

Van tocadas con velos y sombreros
que al arrebato del pecado inspiran
y en contra del incienso ellas conspiran
Tú has mirado sus talles traicioneros

De lascivia tus ojos se han llenado
Al mirarlos, ejerces tú el pecado
Tus sueños son de iglesia y de lujuria

de deseos frenéticos, de furia
Yo he sentido unos celos infernales
pensando en tus deseos municipales.

 


 

 

Esos besos

 
Esos besos que nunca tú me diste
esas caricias casi clandestinas
esas caricias tuyas, asesinas
y tu recuerdo que cual toro embiste

Ya ni el demonio tétrico me asiste
Recorro en vano todas las cortinas
Mis noches son de sombra y de morfina
desde una tarde en que sin fin partiste

Desde esa tarde miro cada tarde
una montaña lila y transparente
una montaña de aluminio eterno

Mi corazón de vidrio es muy cobarde
terribles, los conflictos de mi mente
Soy la dueña absoluta del infierno

 


 

 

Los cielos

 
Cielos de oro, mexicanos
cielos de nubes doradas
de nubes amotinadas
Son cielos americanos

como cielos africanos
Cielos de estrellas voladas
de estrellas multiplicadas
y de luceros lejanos

Cielos de éter y amatista
¡Cielos sin fin a la vista!
Cielos de Auroras Boreales

y de astros municipales
Cielos de aviones volantes
y gaviotas ondulantes

 


 

 

Mi locura

 
Mi locura es portentosa
mi locura es de espejismos,
mi vida de cataclismos
y es de locura la rosa

y la alada mariposa
y mis pensamientos mismos
De locura mis abismos
de locura es cualquier cosa

Suele el lirio ser del valle
y de cemento la calle
y es infernal mi locura

y eterna la noche obscura
Es de platino mi mente
y mi locura ascendente

 


 

 

Me he pintado

 
Me ha pintado el Tintoretto
y el genial aragonés
que no llegó a ser francés:
Goya, y el Spagnoletto

Bajo la luz de un abeto
o a la sombra de un ciprés
o a la sombra de las diez
lanzando yo al mundo un reto,

me han pintado Zurbarán
Lautrec, Manet y Derain
y me pintó Andrea del Sarto

melancólica en mi cuarto
y Rembrandt me dibujó
en un lienzo que voló

 


 

 

Biznieta de los bisontes

 
Biznieta de los bisontes
prima hermana de panteras
yo colecciono quimeras,
fulmino los horizontes

Quemo la luz de los montes,
eternas mis primaveras
y son lilas mis ojeras
y verdes los saltamontes

Los contornos de la luna
se doblan en la laguna;
los contornos del lucero

brillan allá por enero
y los contornos del tiempo
suelen ser mi pasatiempo.

 


 

 

Vi en el espejo…

 
Vi en el espejo un personaje raro
un pájaro de sombras taciturno,
del polaco Chopin, oí un nocturno
y vendí mi reloj a un viejo avaro

Tu traje obscuro, que costó tan caro
las refulgentes luces de Saturno
el comandante que cambió de turno
y la niña que juega con el aro

Un telegrama que me ha enviado Emilio
y yo pidiéndole al demonio auxilio
Las tabernas de vinos asesinos

los burdeles de vicios clandestinos
los imanes, las grises cerraduras...
También las misteriosas cerraduras.

 


 

 

Ese Cristo…

 
Ese Cristo tan negro y vengativo
al que debo una deuda prometida,
permanece agónico y con vida
esperando mi tardo donativo

Ese Cristo de sangre fugitivo
prolonga su agonía desmedida
y su sangre está ya comprometida
con su cuerpo sangriento y abatido

Ese Cristo de noche a mí me sigue
y me cobra y me reta y me persigue
y su mirada eterna de agonía

a la luz de mis ojos desafía
Cubierto con un tápalo morado
es testigo de mi íntimo pecado

 

 

Ese Cristo…

 
Este infierno de sal en que no creo
este infierno de fuego tan candente
este infierno de hielo incandescente
este infierno sin cielo que no veo

Este infierno eterno donde leo
la eternidad eterna e impotente,
la eternidad eterna y ascendente
este infierno voraz que yo deso

Este infierno de fuego hipotecado,
del reloj, del presente, del pasado
Este infierno de llamas que calcina

devasta, incinera y asesina
Este infierno de sal que es ya tan mío
formado por tu amor, pensado y frío

 


 

 

La interrogación

 
La gran interrogación,
el horizonte ascendente
aquel reloj persistente
y mi roto corazón

de mi pulso, el diapasón
y mi fortuna inclemente;
los portentos de mi mente
y la bestial religión

Siempre una luz que ilumina
aunque sea de parafina,
Siempre una duda abismal,

la interrogación fatal
Pero en el cielo la estrella
reluce, brillante y bella

 


 

 

Mi derrota

 
El desnivel convulso de mi vida
mi vida de espejismos y de abetos
mi vida de tercetos y cuartetos
mi vida tan celeste y tan transida

Mi delirante vida sin salida
mi vida de centellas y secretos
mi vida de reflejos tan sujetos
al Partenón de la total huida

En el lado letal de la balanza,
la bandera sin fin de la esperanza
y en el opuesto lado, mi derrota

en la altísima escala de la nota
Mi eternidad, ya eterna y ascendente
y mi derrota, rota e impotente

 


 

 

Teatro Fábregas

 
Vestida de mariposa
bailé horas infinitas,
largas horas inauditas
con alas color de rosa;

en una sala espaciosa,
danzas paganas, benditas
angelicales, malditas
una tarde prodigiosa

La función se terminó
pero de bailar yo no,
todavía sigo bailando

como posesa danzando
De mariposa vestida
yo soy la flor de la vida

 


 

 

Las olas

 
Las olas vienen y van
olas grises, encrespadas
verdes, azules, moradas
olas que a la nada dan

Las olas ¿a dónde irán?
Olas de cinc cinceladas
olas, de plata onduladas
¿De la China a Pakistán?

Las olas se evaporaron
y en los cielos se estrellaron
Las olas que ya se fueron

nunca más, jamás volvieron
Como un faro me he quedado
sola ya en el mar dorado

 


 

 

Paralelo entre la Virgen de Guadalupe
y Guadalupe Amor

 
Tú, de tus plumas rodeada
Yo, contemplando los soles
Tú alumbrada por faroles
Yo encaminada a la nada

Tú, celeste y constelada
Yo te ofrezco girasoles
de amarillos arreboles
Tú, en un ayate pintada

Yo divina, porque invento
mi sangre y el firmamento
Tú por ciegos adorada

Yo ciega e iluminada
Tú mexicana imperial
Yo mexicana infernal

 


 

 

El bonete

 
a J.J. Arreóla

El bonete estrafalario
con festón de terciopelo
y un rosetón de repelos
sacado de un viejo armario;

con listones y un rosario
de un vestido azul de velo
y un gran sombrero de duelo
y un gastado breviario,

perteneció a Abel Colina
traficante de heroína
Montes Collado y Corcuera

lo usó en plena primavera
El bonete era de raso,
con un romántico lazo

 


 

 

Despojo civil

 
a Sor Juana Inés de la Cruz

Es despojo civil de las edades
el lánguido deseo que poseo,
el ávido deseo que deseo
por el eterno mar de tempestades

Son despojo civil mis ansiedades
es despojo civil lo que yo veo
es despojo civil lo que yo leo
y despojo civil son las ciudades

Es despojo civil mi pensamiento
y es despojo civil mi entendimiento
Es despojo civil lo que yo pienso

y es despojo civil este descenso
Son despojo civil todas mis venas
y despojo civil todas mis penas

 


 

 

Shakespeare

 
Shakespeare me llamó genial
Lope de Vega, infinita
Calderón, bruja maldita
y Fray Luis la episcopal

Quevedo, grande inmortal
y Góngora la contrita
Sor Juana, monja inaudita
y Bécquer la mayoral

Rubén Darío, la hemorragia;
la hechicera de la magia
Machado, la alucinante

Villaurrutia, enajenante
García Lorca, la grandiosa
y yo me llamé la Diosa

 


 

 

Esas dosis…

 
Esas dosis homeopáticas
que tú me aplicas a mí,
enervan mi frenesí
en noches de matemáticas

Noches largas y lunáticas
noches que no concebí
noches en que recibí
grandes punzadas hepáticas

Noches de luna sombría,
blancas, yertas y vacías
Noches negras sin luceros

y sin vuelo de jilgueros
Noches en mi blando lecho
donde en sueños yo te estrecho

 


 

 

He escrito dos mil sonetos

 
He escrito dos mil sonetos
y mil novecientas liras,
tengo un vestido de tiras
bordadas, y seis cuartetos

que escribí entre los abetos
En mis luminosos giros
hablé ya de odios y de iras
hablé de amores secretos

hablé de mapas y océanos,
de las palmas de mis manos
de los astros y los ríos

de mis cien mil extravíos
Pero es más lo que he callado
que lo que ya he publicado