A mis hijos Francisco José y Livio César "Amado mundo podrido" "País asesinadísimo"
Cavando en las palabras. Metido en ellas como si fueran minas, pozos peligrosísimos, arenas movedizas donde espero encontrarme, hincándoles el diente con voluntad animal, arrancándomelas de la boca como algas abominables, abriéndolas en dos, enterrándolas, reviviéndolas a golpes de poesía, a puntapiés que doy con el corazón; metido en las palabras miro mis armas fatigadas: El cansancio explicable de mis instrumentos de trabajo: Un ojo encendido, una mano reventada de mundo, explosionada por vivir. Mi tacto de elefante. Esta selva sanguínea de papeles, las hojas que son campos de batalla. Mirando el curso de mis días, hoy me he detenido a estallar, a crecer duramente entre reglas de juego. A mis espaldas ruge Madrid. Veo su cielo aún invicto entre la polución y el veneno de los anuncios luminosos. Está a punto de hundirse sobre el amanecer. Tengo un poco de fiebre. (Casi es nada, me digo, con la amabilidad de un fantasma.) Y escribo: ¿Cuántos puños convergen en mi mano? ¿cuántas voces confluyen en mi monólogo feroz? Quiero fundir la vida y las palabras. Apresar sus raíces, aquí, bajo este océano donde no hay más que insomnio Escribo: No sé si hago una autopsia, o giro en la borrasca de un gran autorretrato, o combato en un óleo de todos o de nadie. Sueño activamente como una piedra que se incendia de júbilo a pleno mediodía. En mis manos dan saltos las imágenes. La realidad del mundo es mi realidad, pero no consigo escribir mi profunda verdad animal, la tempestad que arrecia aquí mis sienes. Escribo: Montañas de palabras: grandes bloques que quiero desbastar. Silencios que me esperan en mi taller de lunas enrabiadas. Trabajo en mi caverna civil atropellada: Me enfantasmo. Me enguerro. Vibra el mundo en mi mesa de trabajo. El invierno golpea las puertas de Europa. Oigo sus largos pasos sobre el asfalto. El país tiembla de acontecimientos: Huelga en el metro. Huelga de ciegos en La Puerta del Sol y su pancarta que me rompe el alma: Los ciegos españoles no somos españoles ciegos. Dos millones de obreros paran la construcción. Los exiliados vuelven. He aquí que han regresado PEDRO ROJAS, DOLORES, RAFAEL, JUANA VÁZQUEZ: No cabe el pecho en el pecho. La ciudad hace trizas su mortaja. Miro las avenidas colear como cometas. El día es un gran lienzo de Picasso. Escribo: Estoy solo a la orilla de estos textos. ¿Qué precipicio he de cruzar? ¿Quién soy en esta incadencia total? ¿Quién ordena el asalto del fulgor? ¿Quién ha muerto esta noche sobre mis páginas? ¿Cuándo colocaré la última piedra de esta casa agitada y viceral? Digo que la poesía es el único documento personal que poseo. Carezco de otro medio de identidad. Digo que eres mi centro enllamarado. Mi código de fuego. Mi texto de aullidos. Explosión queridísima donde escucho la vida Arma para vivir. Digo que eres mi atigrada columna que fluye. Árbol de guerra. Árbol que embiste y aletea. Sol absoluto, nuestro, que devoras los ojos para poder seguirte. Largo río de fuegos donde al verme contemplo y soy la multitud. Lava donde sí corre mi verdadera imagen. Lectura y escritura de uno mismo Eres el resplandor que emana de esta hondonada. Efulgencia invencible de las entrañas. Domicilio de toda nuestra rabia. Quiero escribir la vida de golpe. Quiero que griten mis amigos muertos que salgan de la tierra, puros, como relámpagos. "Quiero escribir pero me sale espuma" Así es César Vallejo, pero me salen los asesinados y más espuma y mas asesinados y más país de muerte atravesado. ¿Y el lenguaje vivísimo que no puede [escribirse? ¿Y todas las palabras que se niegan a ser [sólo palabras? ¿Y la canción total? Sueño con páginas realmente viscerales, sueño escribir un libro huracanado, algo como un zarpazo. Sueño con un canto de actos que no me necesite y salga al mundo, y viva igual que un gavilán de ojos metálicos. Es tarde. El amanecer se aproxima como un jaguar. Los obreros comienzan a levantar el día. A estas horas la soledad acaricia mi cabeza. Su mano es áspera, aunque percibo algo muy parecido a la piedad, pero mi ojo es materia en combustión: Llama. Dardo que fluye. Hoguera casi triste. Queridos, detestables vecinos de este edificio donde aún leo la post-guerra: Mañana seremos nuevamente las piezas que la gran máquina exige Mañana habrá que llegar puntuales a los respectivos mataderos. Que descanses Madrid, reposa estás rendido. Buenas noches América. Atlántico que me unes y me separas. Buenas noches país descuartizado. Patria vencida en el mercado negro. Ciudad que trituraste mis sueños y mis nervios. Barrio desdibujado, patio de Nina Lincho, casa donde nací. Apartamentos, cuartos: Increíbles cavernas donde he vivido. Sepulcro de mi padre. Ferocísimo amor que me consumes. Estoy solo, impotente ante los estallidos de mi propia memoria. Es como si un animal salvaje revoloteara en mi sangre. Como si un clavicordio rodara en mis entrañas. Hasta mañana seres humanos. Que descanses casa degenerada: planeta que debieras nacer de nuevo. Hasta mañana, ciudad, ciudades. Buenas noches Amado mundo podrido.
|