Las ocasiones
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Lo sabes: debo perderte otra vez y no puedo. Como un golpe preciso me amotina cada obra, cada grito, cada soplo salino que se desborda de los muelles y oscurece la primavera de Sottoripa. Pueblo de herrajes y arboladuras salvajes en el polvo del atardecer. Un largo zumbido llega de alta mar, rasca los vidrios como uña. Busco el signo extraviado, la única prenda que tuve de ti. Y es verdad el infierno. |
Tú no recuerdas la casa de los aduaneros sobre el cantil a pico en la escollera: desolada te espera desde la noche en que entró el enjambre de tus pensamientos y allí se detuvo, inquieto. El ábrego fustiga desde hace años los viejos muros y el sonido de tu risa ya no es dichoso: la brújula gira enloquecida a la ventura y el cálculo de los dados ya no resulta. Tú no recuerdas; otro tiempo trastorna tu memoria; un hilo se devana. Aún sostengo una punta, pero la casa se aleja y sobre el techo la veleta ahumada gira sin piedad. Sostengo una punta, pero te quedas sola y no respiras aquí en la oscuridad. ¡Oh el horizonte en fuga, donde se enciende, extraña, la luz de la nave petrolera! ¿El paso es éste? (Aún resurge el oleaje sobre el precipicio que se derrumba...). Tú no recuerdas ya la casa de esta noche mía. Y no sé quién se va y quién queda. |
Estancias |
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Noticias desde el Amiata |
El fuego de artificio del mal tiempo será rumor de colmenas en la noche. El cuarto tiene vigas carcomidas y un olor de melones se cuela entre las tablas. Las humaredas mórbidas que remontan un valle de elfos y de hongos hasta el cono diáfano de la cima me empañan los cristales y desde aquí te escribo, desde la mesa remota, desde la celda de miel de una esfera lanzada en el espacio –y las jaulas cubiertas, el hogar donde estallan las castañas, las venas de salitre y de moho son el cuadro donde muy pronto irrumpirás. ¡La vida que te fabula es aún demasiado breve si puede contenerte! Tu ícono abre el fondo luminoso. Afuera llueve. |
Poesía Moderna
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