VII
La nieve se ha abierto camino
ha apurado el desenlace
para que nos halláramos a gusto
y encandilarnos
trabajamos cuántas jornadas enteras
sobre el lomo
de grandes animales
y llegó
en la tarde incierta
el hombrecillo de encorvado otoño
la dama gruñona de rara pelambre
con bifurcaciones
pasos atrás
repliegues
escaramuzas
secundando nuestros actos
áurea
nítida
dando vueltas en la trastienda del corazón
aquí está.
XII
Quien habla
sueña
quien dice
no
es un muchacho con cuchillos
quien da en el blanco
es por angustia
quien se rectifica
es porque va
a nacer
quien dice
sí
es una muchacha de las Antillas
el que despierta
tiene claras orejas
y otro burro nativo
soy yo
el que va por la carretera de Sintra
cada vez más cerca
lo probable o real
desde aquí
hasta aquí
buscándome
entre el ir y venir
XIV
En medio se encuentran
a ojos vistas
a más no poder
en línea recta
ladean tu cuello
mascullan dentro de ti
mueven tu casa
se empinan
estas lágrimas
—fieles gavilanes.
XX
Las flautas los Alpes de
rebaños dorados. Cuando fui adulto.
Cuando fui niño: Quizás, española, en el tren de
Madrid a París.
Marinera, pescadora,
te perdí en mi ceguedad.
Yo que quería hacerme duro, casi un
mongol.
XXI
Si fuera por mí
al cumplir mi ciclo y mi
plazo
habría de estar solo
calmo
despiertas habrían de estar
la mañana y la alborada
Pues
al pasar
al transcurrir yo
muerto
moverán la luz
—hoja y árbol
Y habrá gorrioncitos de pie
en los cables
—quejas alegrías chimeneas e incendios
—el tigre lamerá su pómulo cubierto de
relámpagos
los países inquietos también habrán de quedarse calmos
luego de muchos sueños dios de los sueños
muerto o vivo mi ciempiés nocturno
la plena selva ha de rodearme con grandes nubes y destellos
una tarde mía en el olvido en mi día aún por segar.