Calla, calla, abre los ojos. Escúchame sin contestar. Estoy recogiendo recuerdos, recogiendo melodías. El ruiseñor verde canta en una rama. —Camina suavemente, camina suavemente. Toco ahora una piedra redonda, que ha sido iluminada hace millones de años por la luna y por decenas de miles de estrellas parpadeantes y por los días y por las brasas solares del alba. —Calla—. Siento como si la piedra rozara las palmas de mis veinticinco años. Las canciones del brillante arco iris terrestre son mi alegría. —Camina suavemente, calla, abre tus ojos. Las perlas del rocío son deslumbradas por el sol, sobre las lilas rojas de mi corazón el espacio se llena de zumbidos de abejas. Tal vez —tal vez— nunca encuentre a mis pájaros revoloteantes.
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