Material de Lectura

 

Acción de gracias


Que eran sagrados bosques y brezales,
yo lo sentí, aún no adolescente,
y a la gente miré como profana.
Así, cuando al verso accedí
me fui a sentar al pie
de Hardy, Frost y Thomas.
Me enamoré. Las cosas se alteraron.
Alguien, al fin, ahora me importaba,
Yeats y Graves me fueron una ayuda.
Después, sin previo aviso, se derrumbó
de pronto toda la Economía,
allí, para instruirme, Brecht estuvo.
Finalmente, llegué a pensar en Dios
mirando las terribles acciones
por Stalin y por Hitler perpetradas.
¿Por qué estuvo seguro de sus tremendas fallas?
A la fe, me llevaron de nuevo,
Kierkegaard el salvaje, Lewis y Williams.
Maduro hoy, en los años,
con un hogar en generoso ámbito,
la Naturaleza me seduce de nuevo.
¿Dónde están los maestros que requiero?
Bien, Horacio, de entre los hacedores el más diestro,
es colmenero en Tívoli.
Goethe, consagrado a las piedras,
quien intuyó —nunca pude probarlo—
que por causa de Newton se extraviaría la ciencia.
Con cariño, los reconozco a ustedes:
sin su apoyo jamás hubiera logrado
incluso el más precario de mis versos.

 

Traducción de Carlos Monsiváis