De Cantado para nadie (1982)
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Cantiga distante Aquel que recuerda Cantado para nadie La fisura del pasado
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Cantiga distante |
Ahora es preciso intentar Un arte tan restringido Que diréis: fue gemido Mejor aún que cantar. Si así fuera, pues creed Ca si della tuve tal sed Ca pronto la hube perder. Mas allí hube tanta paz Y dicha de mi descuido, Que fui en los amores servido Y en servicio, fui mortal. Amor, no pude retener A quien saudoso mi ser Destruyólo, sin querer. Para ahora me callar Necesitara medido, Tener el dolor sentido, Y hacerme hacia la mar. Mas para tal menester Haré el olvido valer Por encima de mi ser.
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Aquel que recuerda |
A María Victoria Llavero
Cuenta monedas de oro que son nada, Renueva el dolor por lo que nunca tuvo. Repasa en el insomnio la mesnada Que con él anduvo y él, ¡que nunca anduvo! Dulce siente la amargura No por pasada, sino por no recuperable. Segundos son los años y armadura Su flaqueza, y aun su herida será sable. Mas oye entre el silencio tanta queja Que si daño le hiciera, hoy da consuelo; Ya no le duele más lo que atrás deja Y dormirá sin sueño bajo el velo De lo fugaz e insensato transcurrido. Nada pide y recuerda sólo la excepción Que él siempre ha sido. Ni en agitada ni en quieta convicción Rebusca la memoria ni la evita. Ella está ahí, ¿quién se la quita?
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Cantado para nadie |
La cólera, el silencio, Su alta arboladura Te dieron este invierno. Mas óyete en tu lengua: Acaso el castellano, No es seguro. Canciones de otros siglos si canciones Dolores los que tienen todos, aun aquellos —Los más— mejores que tú mismo. Y es bueno todo: el vino, la comida, En la calle los insultos Y en la noche tales sueños. ¿A dónde regresar si sólo evocas? ¿Amor? Digamos que entendiste y aun digamos que tal cariño te fue dado. Pero ni entonces ni aun menos ahora Te importó la comprensión que no buscaste Y es claro que no tienes, Bien es verdad que no sólo a ti te falta. La ira, el improperio, Los bajos sentimientos Te dieron este canto.
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La fisura del pasado |
A Ernesto Volkening
El sueño, que le es dado a todos, Revela muchas veces la fisura Del pasado, que en su forma pura Busca nuevos cuerpos y acomodos. Aunque los ojos cierre o abra Y se mantenga en la vigilia, El hombre no se reconcilia Consigo ni con su palabra. Mas alguna vez será el ocaso En su destino o su memoria, Que si algo perdura, acaso Será su hado, no su gloria. Nadie es ninguno, pues su paso Se repite, no su historia.
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