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Proa
A lonely impulse of delight Drove to this tumult in the clouds W.B. Yeats I Va II Corta las aguas en dos grandes mitades ya reunidas, atrás, a sus espaldas; lo que la proa ve es lo que sucede, ya, su tiempo es el gerundio más fugaz, ya no. III No sabe la existencia de la popa, la propia nave es nada para ella, proa ignorante, feliz velocidad ejecutándose. IV Las naves se coronan de estandarte, hacia arriba, pero en la proa es el coito sostenido, la fragua de la hora y del ahora. V En un día claro se puede ver desde lo alto el mar que surcaremos, pero esa agua ya es otra cuando la proa la toca. VI Es perseguida por la nave ciega —se le ha pegado como el hombre a su nariz—, pero la proa desconoce el rumbo, si algo persigue es a sí misma, la proa de sí. VII Uno diría que al ser hendida así el agua es el camino que la proa va haciendo, cuando en verdad el agua es el camino que la proa va siendo. VIII ¿De quién es el esfuerzo que te lanza a suceder y a ser constantemente sucedida? ¿O eres un azar, del viento un soplo? IX (El pulpo en lo profundo no sabe que allá arriba un símbolo se hace en la insistencia; el pulpo, que está distribuyendo languidez y perservera.) X La proa está estallando y sus esquirlas son espuma, son una línea semejante a mí. XI Instante, rayo, momento de la proa, las palabras engordan mientras ella, la más esbelta, va, divide en dos a lo que fluye con qué filo, qué tijera que sólo enseña el brillo. XII Detener el momento de la proa cómo, si es borde puro, si se hace yéndose, si es más aroma que maderos, más un clima; tener entre los labios ese juego, aquí, entrar a ese recinto, aquí leerlo aquí, ¿cómo? XIII (Arriba el sol, que había sido impedido por las nubes, ha estado perforando una retícula tan tosca, que con un solo rayo alcanza el mar.) XIV Ir en la proa, allá adelante el mar con sus alforjas llenas de qué, atrás el puerto que no existe (deforme ya en los aceites de pensarlo), aquí, en lo veloz, el imposible rostro del momento. XV Subirse al ojo de la proa, precipicio, camino que se inventa bajo el pie como la ola espléndida que a un tiempo se teje y desenrolla. XVI Cerrar los ojos y sentir la ráfaga, oír ese silbido del desgaste ya música suspensa en su más alta nota de fervor. XVII Donde culmina el tajamar descuella el mascarón de proa (la sal y el viento redondean esa figura). XVIII Fatiga el mar como el aire la saeta, acorta entre ella y su destino la distancia, devoraleguas, siempre acercándose, siempre causando la primera el horizonte, los otros mástiles, las picas de la muerte. XIX La proa es si se desplaza, en puerto es una punta de armazón y árboles muertos, nicho baldío, triángulo enmohecido. XX ¿Y estribor y babor qué mar navegan, acaso a los costados esa agua llega ya desmenuzada, hermosa en sus detalles? XXI La nave es más veloz si en el extremo más saliente de la proa se posa un ave. |