Material de Lectura

El caballero de la yerbabuena


El erudito habla del pasado
y la chica loca-de-su-cuerpo..., del futuro.

Un beluario de peces de colores
ansía gozar del instante
de azogue que le escurre entre las manos...

En la más sincopada de las rumbas
préndeme tu vacuna, oh mariguana,
universalizando el incidente

mudanza en la plazuela nocturna
sombras de caoba
y espejos triangulares de roperos de luna

hace equis en mi recuerdo
aquel zig-zag cubista
de la calle del Biombo, de Querétaro...

Estremece el procaz orgullo
de sus ancas elásticas
la daifa

ajena al ejemplar candor
de sus ojos de camaleón
      entre la jaula ultra-violeta
      y profesional de la ojera,

mientras que las momias del docto
apenas exhumadas se hacen polvo…

¡quién vive!... Grita la boca brutal del cuartel.
¿Quién vive?... ¿Quién muere?... ¡Quién sabe!

Las caobas se desploman en ébanos,
un relámpago frota de amarillo
los pretiles de vidrio
donde estrellan los gatos
sus violoncellos sádicos...

Escurre por los muros bermejos
un escalofrío plateresco...

el gigante indio verde
sentado en cuclillas
en medio de la plazuela de Regina,
devora su irónica angustia
dentro de las transparentes
pirámides de la Luna...
       ¿Querría deshacer sus basaltos
       de dolor antediluviano?

¡QUIÉN VIVE! Truena otra vez la voz
en fogonazo de pólvora y alcohol...

Coheteros de la noche, carboneros del día,
       mujerzuelas de la rumba,
       amigo erudito
       torvo político
       arzobispo
       jardinero de Xochimilco

que espiabais detrás de la esquina
os acordáis que el espectro contestó
frente al volcán y al sol
¿Quién vive?...

El Caballero de la Yerbabuena
                                      ¡yo!