Material de Lectura

Almas humildes


Amo esas ignoradas florecillas
de las viejas callejas
donde casi no hay tránsito
ni de individuos ni de parejas.

El empedrado se ha borrado
bajo la invasión de un prado;
y en las orillas,
un convento florece
de florecillas.

Minúsculos ranúnculos,
yedrecillas tan breves como miosotis,
estrellas de oro,
y escabiosas de color punzó
que bordan la banqueta al "rococó".

Qué frecuente mi silente
paseo sobre estas losas;
qué callado mi amor por estas cosas,
y qué frecuente mi recolección de rosas.

Como párvulos minutos de un horario
que me anuncia las dos,
van ya los escolares en itinerario
a su lección.
Ya es hora de acercarse a aquella mansa virtud
de su quietud:
Ya mi casa se cubre en lontananza.

Mi vieja criada,
gran cultivadora de "Rosas Reinas",
no dirá nada;
mas yo bien sé de la malicia del gesto
que a hurtadillas fragua,
si ve
que sobre mi mesa,
pongo yo la pobreza
de mis florecillas,
en agua.


(Revista Coatl)