Quimera
Enferma de blancura muy triste va la luna. Enero es medianero; los vientos tienen tos. La calle va en dos franjas muy netas; blanca y bruma; y en un reloj despiértense las horas: una... dos... Hay luz en tus vidrieras; presiento que vigilas leyendo un episodio romántico, y en los fervores de mis sueños yo sueño en tus pupilas: tú ignoras que te quiero; pero lo sabe Dios. El eco va siguiendo mis pasos en la acera; la noche es una monja clorótica; y en pos yo voy de una quimera: ¡Si acaso Dios quisiera... ! pero bien sé que nunca ha de quererlo Dios.
(Voces de órgano)
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